Pareciera que Sarah Burton entró en el último sueño de McQueen: al llegar, se dió cuenta de que el tapiz que rodeaba la silueta del sueño era el jardín de las delicias. Mientras camina, nota que de las paredes se desprenden las texturas menos carnales de todas, los árboles, las flores, las plumas de las aves, las hojas, el viento, y solamente un animal: la mariposa.
Sarah de pronto se encuentra en medio de una atmósfera con aroma a bosque y primavera, en donde cada uno de estos elementos cobra vida y movimiento, se apegan a los cuerpos y forman esto:
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